La arrogancia y soberbia tienen una factura que se cobra muy alto y el karma, se encarga de que cada persona lo pague.
Y el Karma ya ha llegado a Jaime Bonilla Valdez, quien está por concluir su breve mandato como gobernador de Baja California, donde demostró avaricia, por intentar reformar de manera ilegal la Constitución para auto refrendarse en el poder de dos a cinco años, batalla que perdió ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Ahora su máximo líder moral, el Presidente Andrés Manuel López Obrador le ha dado la espalda a su última propuesta de pasar las comisiones estatales del agua a los municipios con todo y las millonarias carteras vencidas, deudas, laudos, nóminas, demandas y créditos pendientes por pagar.
Evidentemente, lo que inició mal, sin consultar a los municipios, sin previamente sanear las finanzas de las comisiones estatales del agua, fue impugnado por controversias constitucionales no solo por varios síndicos en el Estado, sino por diputados de la recién salida legislatura, entre ellos el ya conocido “Judas”, el diputado Juan Manuel Molina quien por unas moneda se inclina al mejor postor, pero esa es otra historia que abordaré en otra columna.
Pero retomando a Bonilla Valdez, deberá esperar la resolución de las SCJN, donde quizá le encajen la última estocada de una acción que afecta a los municipios.
Por eso, me pregunto:
¿Fue tanta la avaricia por llegar al poder que al estar en la silla estatal, olvidó la esencia que es servir y no servirse?
Retomo algo que dijo el economista Enrique Rovirosa, sobre ser corrupto, y es que el funcionario que omite hacer sus funciones, también es significado de corrupción.